Ya hace más de un año de nuestro compromiso en la Huerta Solidaria*, un pedacito de tierra que decidimos trabajar para sembrar y cosechar en colectividad.
Durante este tiempo hemos puesto energía, a veces bastante, otras no tanto, pues este sistema nos enreda entre tantas urgencias a las que atender, a una velocidad tan apabullante, que nos cuesta aterrizar en el ciclo de la tierra, pausado, sereno, en calma.
A lo largo de los meses hemos invitado a las familias con las que compartimos lo cosechado a participar en la huerta, sin embargo, no siempre ha sido posible. La situación de vulnerabilidad está tan adherida a la piel que apenas deja tiempo a las familias para acercarse. Trabajos precarios, cuidados de menores, cuidados de mayores con enfermedades crónicas y alta dependencia, salud mental y física deteriorada. ¿Cómo pueden venir a trabajar en la tierra y compartir un rato de calma ante estas situaciones? ¿Cómo podemos hacerlo nosotras?
A lo largo de este año y pico hemos aprendido que la tierra tiene mucho que ofrecernos cuando la cuidamos, cuando le ponemos atención y más aún cuando la trabajamos conjuntamente, en colectividad.
En todo este tiempo hemos compartido saberes, experiencias y aprendizajes. Para nosotras la huerta ha significado un espacio de apoyo mutuo, de escucha, de resiliencia, de trabajo y de esfuerzo, aunque también, en ocasiones, ha aparecido la culpa por no poder estar, sintiendo que cargamos a otras compañeras en exceso, de esto también hemos aprendido.
Cada momento que hemos pasado aquí lo hemos disfrutado siempre y entendemos que si queremos cambiar este sistema una huerta colectiva es un espacio fundamental, porque sitúa la vida en el centro, porque ponemos consciencia en la alimentación, porque nos hace ralentizar nuestro cuerpo y mente, saliendo de esta velocidad impuesta. Sembrar es revolucionario.
En la vida todo cambia y en este momento de manera consensuada hemos decidido parar nuestro trabajo en esta huerta común, poniendo la atención en nuestros autocuidados hemos entendido que necesitamos reorganizarnos y para ello a veces debemos despojarnos, desnudarnos, escucharnos y recomenzar.
#otromundoesposible
*Este pedacito de tierra lo teníamos y sigue estando en Huertos Familiares Ecológicos, en la bajada del Burrero, Ingenio, por si quieres acercarte y ver el resto de huertos que cohabitan en este hermoso espacio.
Y para cerrar hemos querido que nos acompañe hoy la música de Mercedes Sosa, Todo Cambia.