Descubriendo juntas

En ocasiones la Vida hila el camino, o quizá siempre lo hila y no lo percibimos porque vamos mirando hacia otro lado, hacia donde el sistema nos impone mirar, un lugar fuera de nosotras mismas, alejadas de nuestros cuerpos y de nuestras emociones.

El verano del año pasado una mujer nos propuso hablar sobre endometriosis, años hablando de nuestros malestares, de intensos dolores, del desprecio hacia los cuerpos de las mujeres y sin embargo, este tema, esta enfermedad silenciada, no la habíamos abordado.

En noviembre organizamos un encuentro para dialogar sobre ella, una primera toma de contacto, brutal, desgarradora que nos atravesó a todas, nos hizo conectar con nuestros propios dolores y con los de muchas mujeres de nuestro entorno actual y de nuestro linaje familiar.

En esos días mujeres de nuestro municipio y de otros nos escribían comentándonos lo importante que era este tema para ellas, lo que habían sufrido y lo que estaban sufriendo. La mayoría nos comentaban que hasta ahora nunca habían hablado de ello, ni siquiera ellas mismas lo han tenido en cuenta, es tabú.

Entre todas las mujeres que nos contactaron, una ha dado un paso más allá, ha puesto luz en su propio camino con un proceso personal de transformación profundo y justo en el verano pasado publicó el libro “De la endometriosis a la creatividad” Un libro que, estamos seguras, dará luz a muchas otras mujeres y a los hombres que deseen acompañar en este viaje de sanación.

Sabemos que esto sucederá así, con toda certeza, pues el encuentro que tuvimos el pasado viernes nos demostró que cuando compartimos nuestras experiencias, cuando hablamos de nuestros malestares en común, algo mágico sucede. Nos convertimos en espejos las unas de las otras, percibimos y reconocemos la sabiduría que cada una guarda, que al ser compartida adquiere una mayor dimensión. Se crean vínculos, hilos de luz que iluminan nuestro camino, un camino individual, sí, pero esta vez sabemos que hay tribu que nos sostiene, en sororidad. Y juntas vamos sanando.

Gracias Noemí Gil Quintana, por tu generosidad al relatar tu historia, que a su vez es la de muchas. Aunque cada una de nosotras sea distinta y viva la enfermedad de manera diferente, hablando de ella ya estamos dando pasos hacia nuestra propia sanación y la de las mujeres que nos sucederán, rompemos el silencio, se deshace el tabú.

Con tus palabras, con tu poesía, pones luz a un camino de aprendizaje, autodescubrimiento y despertar para muchas.

Nosotras continuaremos promoviendo espacios donde seguir aprendiendo juntas, compartiendo nuestros saberes, nombrando todo lo que permanece oculto, en silencio, porque lo no se nombra no existe y ahora que ya sabemos nombrarlo, hay que ¡GRITARLO!