Hace unos días nos trasladamos durante la mañana al Hospital Insular para compartir abrazos en la entrada y alrededores.
Ya lo hicimos por estas fechas el año pasado, la experiencia fue tan enriquecedora que nos apetecía repetir, mas aún en estos días previos a la navidad, en los que el sistema nos bombardea con lo del vuelve a casa, con estar en familia, con que todo es felicidad, paz y armonía, sin tener en cuenta que en esta sociedad los procesos de enfermedad también nos acompañan y que estos espacios mayoritariarmente los ocupan las mujeres que, como no tienen bastante con su día a día habitual en los cuidados, se tienen que hacer cargos de los cuidados de ingresos hospitalarios, aumentando su carga más aún.
Durante más de tres horas recorrimos la entrada compartiendo abrazos, algunas personas, las habituales como son los compañeros de seguridad, el lotero, las compañeras de la cafetería, ya nos conocen y nos reciben con una alegría compartida. Es maravilloso saborear que otro mundo es posible, que cualquier mínimo gesto puede cambiar tu día.